Como hojas en el viento

—En diversas ocasiones en el transcurso de la vida se presentan oportunidades de manera natural, es decir, oportunidades que no se estaban buscando sin embargo llegan a nosotros de manera repentina y en algunos casos por medio de fuentes que ni siquiera se tienen en mente — mencionó el maestro y prosiguió —, por ejemplo por medio de un vecino quien un buen día nos toca al timbre para avisarnos que dentro de la empresa en la cual trabaja están solicitando personal cuyas características se acoplan a las de nosotros y por eso se atrevió a comentarnos por si nos interesa el puesto para recomendarnos o, como otro ejemplo, cuando contamos con un ahorro sin pensar en ocuparlo y de pronto nos avisa un familiar de una excelente oferta para comprar una vivienda considerando que conoce que contamos con el dinero suficiente para adquirirla.

En efecto, el Maestro tenía razón, y realmente había pensado en eso. Tiempo atrás cuando me encontraba con un excelente trabajo hace más de diez años, recordé, que un compañero del mismo trabajo me informó que en una empresa de un ramo similar al de la empresa en donde nos encontrábamos laborando estaban solicitando personal para el mismo puesto del que yo estaba ocupando, contaba con la experiencia de más de cuatro años en dicho puesto y cumplía con todos los requisitos para obtenerlo, cuyo salario era un poco mayor al que tenía en ese momento. De igual manera, recordé que en ese mismo tiempo y por azares del destino tuve contacto con el hijo de los dueños de una empresa anterior en la cual había laborado, quien después de “charlar” un rato me invitó a regresar a la ahora (en aquellos días) ya su empresa, con un salario un poco más bajo al que en esos momentos tenía, pero con promesa de crecer en todos los sentidos de aceptar regresar.

—En muchas ocasiones el miedo a lo desconocido o bien el miedo a perder nuestro estado de confort no nos permite tomar la oportunidad misma o mucho peor si estamos bajo los efectos del peligroso “APEGO” como veremos más adelante —mencionó el Maestro y continuó —, de igual manera, el hecho de recibir algo menor o el considerar que “ganaremos” prácticamente nada por ese cambio de dirección que se nos presenta nos detiene a dar el paso al cambio mismo, sin embargo, perdemos de vista LO MAS IMPORTANTE de todo que es el hecho de no ver tales oportunidades como lo que realmente son, como señales de un cambio que se aproxima para nosotros, UNA ALERTA.

—Entiendo Maestro —mencioné y pregunté —pero ¿a qué se debe esa alerta de cambio a las que llama oportunidades naturales que llegan a nosotros?

—Recuerda que las Acciones que realizamos afectan a una o a varias personas dentro del juego de la vida ya sea de manera directa o indirecta, de tal manera que —respondió el Maestro —las alertas se presentan cuando “una pieza” del tablero se movió a razón que afecta o amenaza a diversas piezas incluyendo la tuya ya sea de manera directa o indirecta y es momento de comenzar a planear el siguiente movimiento en base al entorno mismo del tablero, siendo dichas alertas las oportunidades que se abren a nuestro paso. Medita un poco aquí y ahora y recuerda aquellas acciones que haya realizado otra u otras personas que de alguna manera te afectaron.

No fue difícil llevar a cabo lo solicitado por el Maestro dado que de inmediato recordé la razón por la cual cerró la empresa, empresa que durante años me proporcionó una vida de calidad, y fueron efectivamente las “ACCIONES ERRÓNEAS” de otros las que provocaron el cierre mismo de la empresa, que de igual manera me afectaron al enviarme directamente hacia los problemas y dificultades en los que me encontraba motivo por el cual había acudido con el Maestro.

—No cabe duda que así es, nos encontramos de alguna manera interconectados —mencioné y proseguí —, ahora comprendo que fue un grave “ERROR” el no haber tomado en cuenta aquellas señales, sé que él hubiera no existe, sin embargo si hubiera tomado alguno de aquellos puestos todo habría sido diferente y en efecto mis ACCIONES, mi “ERROR”, de igual manera afecto ya sea de manera directa o indirecta a mi propia familia por la situación económica que atravesamos. —Agaché la cabeza y recordé en silencio.

En esos momentos comencé a recordar más aún, siendo que en aquella época compañeros del mismo Staff de la empresa en donde me encontraba, incluyendo a la directora de la empresa, me propusieron durante una comida que compráramos una Franquicia de renombre y que pusiéramos sucursales en puntos estratégicos, en ese entonces contaba con los recursos para llevarlo a cabo, lo platicamos ese día y en posteriores reuniones, sin embargo puedo decir quizá que por el estado de confort en el cual nos encontrábamos no le dimos en ese entonces la importancia que merecía, grave “ERROR” (para todos nosotros) ahora lo comprendo, no por el hecho de no haber visto más allá del negocio mismo sino por hacer caso omiso de las señales que se presentaban frente a nosotros, resultando en no llevarlo a cabo.

De igual manera, respecto al crédito de mi casa, se me presentó la oportunidad de saldar el crédito si pagaba en una sola exhibición el saldo pendiente considerando un atractivo descuento, en ese entonces habría podido conseguir lo solicitado mediante un anticipo al fondo de ahorro así como a las utilidades, pero no lo hice “GRAVE Y COSTOSO ERROR”, la cual puedo decir que se trataba de una señal tal como mencionaba el Maestro.

Me percaté en ese momento, y lo digo con pena realmente, que yo mismo fui el causante de estar en la situación en la que me encontraba. Si, en efecto, las malas decisiones (“ACCIONES”) financieras de unos dentro de la empresa provocaron el cierre de la misma las cuales afectaron de manera directa o indirecta en mi vida, no obstante no puedo negar que yo sabía de una u otra forma y más por el puesto que ocupaba que esas decisiones afectarían a la empresa tarde o temprano y ¿qué hice? Nada, simple y sencillamente esperé a que pasara el tren de las oportunidades frente a mís ojos.

Al levantar nuevamente la cabeza vi al Maestro quien me miraba fijamente a los ojos, con cierta dureza en su mirada, de una manera como si supiera lo que había estado pensando lo que me provocaba el sentirme apenado y con un sentimiento de pedir perdón que me envolvía.

—Lo sé Maestro ¡ME EQUIVOQUE! —Exclamé —Fue mi “ERROR” y de nadie más. No me percaté de lo que realmente estaba sucediendo o más bien no lo quería ver, quizá por el estado de confort o por el mismo miedo a lo desconocido, sea como sea reconozco que ha sido mi culpa, no se trata de “brujería” o del “destino” sino por no haber tomado las ACCIONES en su momento por muy fáciles o duras que dieran a lugar.

— ¡Te felicito! —Exclamó el Maestro —Todo cambio comienza con la aceptación, mientras no se tenga plena conciencia de la situación misma así como la aceptación de nuestras acciones realizadas ya sean positivas o negativas, y dado el caso reparando el daño causado, no podrá iniciar un nuevo ciclo como lo hemos platicado, donde entra el “PERDON” bajo plena convicción en principio ante nosotros mismos, es decir, perdonarnos a nosotros mismos por el “ERROR” cometido del cual ya estamos plenamente conscientes, así como para con los demás, recuerda que “lo importante no es equivocarse sino el volver a cometer el mismo error”.

—Debes comprender que no se trata de señalar a otros, no se trata de buscar culpables —mencionó el Maestro —, incluso si fuera el caso y realmente las acciones de otros fueron las causantes de encontrarnos inmersos dentro de la adversidad, considera en principio que tu no serás el que juzga ni el que hará justicia por propia mano dado que eso ya está considerado dentro de las reglas del juego, de tal manera que, se trata de anticiparnos para no caer en el error, de estar atentos en ver las señales para abrir paso al camino correcto, se trata de corregir el error mismo cuando ya hemos caído en él comenzando con la aceptación y el perdón, se trata de anticipar las posibles consecuencias que nuestras acciones provocarían a los demás para de esta manera tomar la decisión de llevarlas a cabo o no en base a nuestro libre albedrío.

—Tal como te he dicho —prosiguió el Maestro —, la misma naturaleza nos presenta diversos ejemplos del deber ser, los cuales simplemente ignoramos por la razón que sea, llámese quizá por conveniencia, quizá por orgullo, entre otros. Considera la frase que le atribuyo a este aspecto: “Como hojas en el viento”, ¿por qué piensas que le llamo así? —Preguntó el Maestro —, medítalo por unos momentos por favor. Así es la vida, el OBSERVAR y el MEDITAR, analizar a consciencia y de esta manera anticiparnos a los acontecimientos mismos, sean buenos o malos producto de las ACCIONES de todos los integrantes que conforman tu tablero de vida, y bajo estricto cuidado de respetar las reglas del propio juego.

Escuchando esto llevé a cabo lo solicitado por el Maestro; en esos momentos ni siquiera me percataba o interesé por el tiempo que llevaba ahí conversando con él, no sabía cuantos minutos u horas habíamos estado en aquella habitación.

Estando en meditación pude ver que las hojas de un árbol se encuentran firmes y en protección mutua...

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Aquí se omite texto de la publicación completa

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Libro como hojas en el viento en la luz y en la oscuridad




Mauricio g Borrego
Autor